Hemos dedicado programas anteriores a su biografía y al ascenso del Partido Nacionalsocialista alemán, y esta semana vamos a viajar a los últimos días de la vida de este hombre que soñó con crear un imperio, un Reich que duraría mil años. Durante años, Hitler afirmó que una especie de voz interior le guiaba y le ayudaba a escapar de aquellas situaciones que ponían en peligro su vida, tales como la caída de un obús mientras era un simple cabo de trasmisiones durante la Primera Guerra Mundial, o los posteriores intentos de asesinato que sufrió cuando ya se encontraba en la cúspide del poder en Alemania. Ahora, cuando el soñado imperio milenario estaba reducido a los escasos metros cuadrados que ocupaba el bunker de Berlín, aquella voz parecía haber abandonado a nuestro protagonista de hoy.
La Cancillería había sido objetivo de los bombardeos aéreos aliados, por lo que se encontraba especialmente dañada, pero contaba con un refugio antiaéreo que había resultado de gran utilidad durante los primeros bombardeos ingleses. No obstante, a partir de 1944 estos bombardeos ingleses aumentaron en número y en potencia, por lo que Hitler ordenó a Albert Speer la construcción de un nuevo bunker que fuese más amplio y sobre todo más resistente. En pocos meses la obra quedó finalizada y el refugio resultante constaba de dos plantas de 20 por 11 metros. En la planta superior se encontraban las habitaciones del servicio, de las secretarias de Adolf Hitler y de los ayudantes militares, así como los aseos, el comedor y la cocina. La planta inferior era totalmente para Hitler, en ella se encontraban su habitación, su despacho, la sala de reuniones y su aseo privado. También se hallaba la centralita telefónica, con la que el Führer podía dar órdenes a los diferentes frentes.
La derrota final alemana parecía cada vez más clara y cercana, y con este ambiente llegamos al 20 de abril 1945, el cumpleaños de Adolf Hitler. Ese día era celebrado con grandes fiestas, discursos y desfiles, pero ese año la situación tanto alemana como de un Führer, en un estado cada vez más avanzado de la enfermedad de Parkinson, no parecían las idóneas para celebrar nada. Sólo los nazis más acérrimos colocaron banderas del Partido, y pancartas en las que ponía “La ciudad fortaleza de Berlín saluda a su Führer”. Los aliados, conscientes del día que era, regalaron a Hitler un bombardeo aéreo desde primeras horas de la mañana.
El círculo de los hombres de confianza del Führer, o en los que él pensaba erróneamente que podía confiar, compuesto por su Ministro del Aire, Hermann Goering; su Ministro de Asuntos Exteriores, Von Ribbentrop, el Almirante de la Kriegsmarine, Dönitz; el líder de las SS, Heinrich Himmler, el Jefe de la Gestapo y de la Oficina Central de Seguridad del Reich, Ernst Kaltenbrunner; el Ministro de Armamento y Guerra, Albert Speer; y los Generales Keitel, Jodl y Krebs llegaron poco después del medio día a la Cancillería para felicitar a Hitler.
Amanecía el día 21 de abril, y el ejército soviético se había acercado tanto a Berlínque su artillería podía atacar con facilidad la capital alemana, Jold informó a Hitler que había ordenado al General de las SS Steiner que tomara posiciones defensivas para frenar el avance soviético. Al día siguiente, el 22 de abril, Steiner y la orden de contraataque fueron el centro de atención. Hitler no paraba de preguntar si se había realizado el ataque y hasta donde habían llegado, pero no se recibían noticias, o no se atrevían a decírselas. Finalmente, a la tarde, el General Hans Krebs tuvo que admitir ante Hitler que Steiner aun estaba organizando el ejercito con el lanzar el ataque por lo que no había ningún tipo de novedad.
El 24 de abril, Hitler fue informado de que el ejercito de Manteuffel había quedado aislado por una ofensiva soviética, de esta manera Berlín quedaba aislado y sin ninguna posibilidad real de resistir, en vista de esta situación, Hitler ordenó que todas las tropas posibles, estuviesen donde estuviesen debían marchar sobre Berlín para liberarla .El día 28 recibió un mazazo con la noticia del ajusticiamiento de Mussolini y su amante por parte de los partisanos italianos. Hitler tuvo el presentimiento de que a él le pasaría lo mismo, por lo que consultó con su médico Werner Haase cuál era el método más fiable para suicidarse. El doctor afirmó que el método más seguro era ingerir una dosis de cianuro y descerrajarse un tiro en la cabeza. A media mañana del 29 de abril, las fuerzas soviéticas se dirigieron al bunker en tres tres frentes, mientras Bormann hacía los preparativos para enviar el testamento y las últimas voluntades del Führer al Almirante Doenitz, su sucesor, y el 30 de abril se suicidaba.
Acompañanos en este viaje por sus últimas horas.
Source:
Categories:
WW2 Timeline:
Language: