En Lipetsk, a 500 kilómetros de Moscú, los alemanes dispusieron de una base en la que probar sus prototipos, entrenar a sus pilotos y ponerse al día en tácticas de combate...Dadas las fuertes restricciones que el Tratado de Versalles imponía a la República de Weimar para reclutar, organizar, dotar y entrenar un ejército, Alemania necesitaba un espacio en el que probar sus armas, entrenar a sus pilotos y poner a punto sus técnicas. Stalin, por su parte, buscaba un apoyo tecnológico para el desarrollo de su industria aeronáutica. El acuerdo daría satisfacción a ambas partes. Y aun los alemanes deberían pagar en concepto de alquiler unos dos millones de marcos cada año, lo que no venía nada mal a las depauperadas arcas de Moscú...
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